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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

domingo, 7 de julio de 2013

PREMIACIÓN JUEGOS FLORALES DE ESQUIPULAS


 





Comparto con mis poquísimos lectores, la enorme satisfacción que me produjo haber sido nuevamente ganador de Primer lugar en los Juegos Florales trinacionales de Esquipulas, (en el año 2008 fui ganador del Primer lugar en dicho certamen en la rama de Prosa y ahora lo fui en la rama de Verso).
Es sinceramente un alto honor competir con lo mas granado (literariamente hablando) del país... y como un homenaje al Jurado Calificador que tuvo la valentía de premiar a un poema irreverente como el que mandé a participar, aquí me permito transcribir una copia del mismo.
¿Puede darme su opinión al respecto? Gracias.


"DOLORAS Y ELEGÍAS A MI PATRIA"

Antes de lanzarme a escribir esta osadía,
este montón anárquico de ideas que pretenden ser versos,
pero no tienen rima delicada, ni metáforas mágicas,
ni figuras retoricas, ni acentos musicales, ni palabras abstractas,
ni complicada verborrea inútil,

verifiqué si estaba mi cerebro en su sitio,
palpé mis pulsaciones y las sentí repiqueteando en su lugar preciso,
comprobé que seguía en el centro del pecho
el leve movimiento, frenético, perenne, indetenible,
del viejo corazón que ha tantos años, realiza su función indispensable
para que en este pobre cuerpo disminuido
florezcan tercamente luces de amanecer, indoblegables,
vigorosas ideas, sueños, aspiraciones y quimeras.
Y comprobé, asombrado, que todo estaba en su lugar intacto,
y que puedo seguir, atrincherado en viejos idealismos,
lanzando al aire, -libre- la palabra, sin rubor y sin miedos… y sin pedir permiso,
pero estando consciente de que tendré una reducida audiencia.
Que el “respetable” va a escuchar mis versos con la misma atención con la que oye llover.
Y eso si me va bien y no intentan “algunos” exigir que me calle como lo hicieron antes,
al aplicarme una de las mordazas tradicionales en esta tierra nuestra:
“destierro, encierro, entierro”.
Al cabo desde siempre, en Guatemala, a los poetas
que en una u otra forma se salen del guacal, solo hay que permitirles el silencio. 

Tal pareciera que en mi pobre patria ya no hay fuerza vital
en los sístoles y diástoles del pueblo.
Que no hubiera latidos en los pechos. Que aire libre no entrara en los pulmones.
Que hay desfallecientes palpitares de esa vida que al pueblo se le escapa,
porque siente en la nuca la aplastante presión
de la bota infernal militaroide, que junto a un fino tacón acharolado
de un novel aprendiz de dictador, lo machucan, lo aplastan, lo asfixian,
lo aprisionan, lo sofocan, en forma reiterada, constante, cotidiana.
Fue en realidad, absurdo, haber perdido
tantos años de lucha y sufrimiento sin alcanzar los frutos anhelados.
Hay que tener en cuenta que fueron casi cuarenta años  
de infinito dolor tirados simplemente a la basura,
pues los de abajo de entonces, somos los mismos de hoy.
¡Qué “acuerdos de paz” ni qué ocho cuartos! ¡Qué democracia ni qué tu india envuelta!.
El poder está hoy, igual que estuvo ayer, justo en el otro lado de la calle.
Donde solo transitan los “cacifes” junto a los chafarotes
en un constante maridaje abyecto… y mientras tanto vos, como gente de pueblo
como ya viste que tus esfuerzos siempre han valido gorro
mejor te echás un trago de guaro blanco, cusha o caldu-e-frutas
¡ y que siga el entierro de la patria ! 

Y ¡qué si no es entierro…! lo que se ve en la calle es algo diferente.
Es una vibración entusiasmante, un desfile, una fiesta endomingada.
Un montón de patojas muy bonitas, bien emperifolladas.
Juveniles, alegres rostros frescos,…cuerpos llenos de gracia y de donaire,
acompasados con redobles, clarines y trompetas,
platillos, tambores, tamborones, liras, flautas, chinchines, panderetas
y aplausos y sonrisas y vivas y alegres comentarios.
Eran cientos y miles las ansias juveniles
que rendían homenaje a la fecha en que aseguran que nació la patria. 

La patria. ¿Mi patria?. ¿Cuál patria?.
La patria es una gran desconocida para la inmensa mayoría.
¿La que dicen que es libre y soberana y que es bella y es grande?
Conceptos que se adoptan como verdad de peso. Axiomática. Dogmática. Traumática.
Indiscutible afirmación que se acepta porque se desconocen sus miserias.
Sabemos de la patria por frases desgastadas de tarjeta postal:
 
El mito de su “eterna primavera”.

“El quetzal es el ave más linda y no puede vivir en cautiverio”.
(Aunque aquí cerca, en un país vecino sea tan sólo un pájaro enjaulado)
“Atitlán es el lago más bonito del mundo”.
 “Tenemos el mejor himno nacional después de la Marsellesa”
mientras cantamos a pulmón abierto reguetones horrendos y horribles pirulinos
porque ya no nos gusta la marimba,
ni sabemos “con qué se come” el tun, la flauta, el tzijolaj, la chirimía.
Y ya no vamos a Tecpán, ni a Comalapa, a Rabinal, Patzun o Chileverde,
porque andamos paseando por mayami
o por lo menos “onde” los guanacos, porque allí se usan dólares.
Lo importante es salir de esta pobre y morena tierra “d’indios”
Y  no sabemos nada de la patria que está en los cafetales, en los cañaverales,
en los surcos de trigo y de maíz, en la miseria diariamente nueva
de las aldeas donde no hay escuela, ni centro de salud.
En donde para el quince de septiembre no eligen señorita o niña independencia.
Donde no hacen desfiles con antorchas, ni concursos de bandas.
Donde sólo hay pobreza, porque nunca han llegado los frutos del progreso. 
Esa  es la pobre patria verdadera, esa es la gran desconocida.
(O como dijo Julio Fausto: la patria que no existe…) 
La que hay que redimir a toda costa… aun si fuera a costa
de esta patria excluyente de elites, de oligarcas y desfiles!