Carlos Barranco R.
I
Con frecuencia a poetas y
escritores
nos invitan a cultos festivales
y enviamos entusiastas nuestras
“flores”
a los Juegos Florales nacionales…
II
Un idóneo jurado
casi siempre integrado
de manera discreta,
por más de un licenciado
pero ningún poeta,
“a conciencia” y sin prisa
las obras analiza
de manera encomiable,
y al cabo exterioriza
su fallo inapelable.
III
Casi siempre se inclina la balanza
augusta del criterio
por considerar digno de un aplauso
unánime
sonoro,
rotundo,
sideral,
insospechable
al poema de nombre apantallante
que fuera presentado
entre algodones de espiritual
raigambre igualitaria
y ecuménico afán,
pletórico de libres expresiones
de original circunflexión dorada,
que por ser académicas propuestas
y utilizar lenguaje dominguero
tienen el gran valor
pluscuamperfecto
de haber sido paridas
por un poeta que auge sus cantares
entre el perínclito valor
superlativo
de un estallar de versos aurorales…
IV
Casi siempre se quedará ignorado
el serventesio, el dístico, el
terceto.
Con igual suerte correrá el soneto
que en clásico troquel fuera
forjado.
El acento o el ritmo, abandonado
está en la poesía por completo…
Hoy se le da ese nombre a un
mamotreto
de rima y consonancias, despojado.
Ya no hay liras, sonatas,
madrigales,
ya no hay cantatas, himnos o
elegías,
ni églogas, ni romances, ni
doloras.
No hay figuras retóricas, sonoras,
como las de las clásicas poesías
que hicieron a unos bardos,
inmortales.
VI
Hoy no se miran en eventos tales
las superiores, clásicas escuelas
que se usaban antaño, las ideales
consonancias de rítmicas secuelas,
plenas de luz de las Octavas Reales
o de las armoniosas Espinelas.
Acentos no hay… ni similicadencia…
¡La rima en angustiosa decadencia…!
VII
Y en este Universo
no se hace el esfuerzo
de forjar un verso
de alma musical,
hoy es otra cosa
menos trabajosa:
hoy se escribe en prosa
florida y formal.
Ya el timbre sonoro
de un arpegio de oro
es como un tesoro
que guardado está,
dentro de un joyero
seguro y austero
que en cárcel de acero
se convertirá.
La dulce armonía
de la melodía
que hay en la poesía
No se aprecia más…
y el timbre argentino
del verso y del trino
extravió el camino
por siempre, jamás…
mi musa dispuesta
me inspiró en respuesta
rimada protesta
cumplida y formal…
Que recobre un día
toda su alegría
la antigua poesía…
¡Clásica y triunfal!