Carlos Barranco R.
Un pueblo educado es capaz de alcanzar los mejores estándares de desarrollo. Y generalmente un pueblo educado es un pueblo culto. Porque ambas disciplinas se dirigen a la parte racional del ser humano. Cuando se fortalecen la educación y la cultura, se fortalece el espíritu y se ensanchan los horizontes del homo sapiens.
Por eso nos hemos congratulado muchos guatemaltecos al enterarnos de los cambios que recientemente se han dado en la cúpula dirigencial de los ministerios de Cultura y Deportes y de Educación. Sabemos de antemano que durante los menos de cuatro meses que ambos ministros estarán al frente de dichas carteras, poco o muy poco será lo que puedan lograr. Pero cuando menos van a servir para lavarle la cara a tales despachos, antes de la sucesión del 14 a las 14, que han sido manejados hasta hace unos días por personas sin la capacidad real para dirigirlos.
Esto se observa especialmente en el Ministerio de Cultura. Que durante muchos años ha sido tomado muy a la ligera y se ha utilizado para dar la falsa impresión de que los diferentes gobiernos han sido incluyentes en el tema de la etnicidad.
Recordemos que se nombró allí, a personas como la señora Otilia Lux, al señor Jerónimo Lancerio y luego al señor Cojtí, más que por su idoneidad cultural, por su pertenencia al pueblo maya, y ya para ponerle la guinda al pastel, finalmente se designó en tal puesto a un futbolista que (al final) reconoció no tener la preparación adecuada para echarse ese trompo a’luña.
El actual ministro de educación, a pesar de su indudable capacidad docente, reconocemos que nada podrá hacer para recomponer los estragos hechos por la señora Cinthya del Aguila. (su sucesor pasó por allí sin pena ni gloria) Por ejemplo el bendito Bachillerato en Educación y los cambios en el CNB, para sólo mencionar dos de los mayores estragos que se han causado a la educación en nuestro país.
Pero cuando menos nos dan la esperanza que tales cambios –por haber sido bien vistos por un grueso sector de la población- habrán de ser emulados por el próximo gobierno que elijamos en el mes de octubre.
Yo cuando menos, tengo una gran esperanza de que si con nuestros votos conscientes y meditados, se logra que sea un artista (alguien que ama el arte y por consiguiente, a la cultura) como JIMMY MORALES, quien esté al frente de nuestra administración nacional para los próximos 4 años, ¡habrá un renacimiento de la educación, el arte y la cultura en Guatemala!