Carlos Barranco R.
Hace poco más de ocho días me vi envuelto en una situación
con tintes de tragicomedia. Déjeme que le cuente, limeño(a)…
Resulta que por estar tomando desde hace como seis meses, cierto
medicamento para regularizar una leve hipertensión, varias veces sufrí una
especie de suaves desmayos, que me obligaban a detener un momento mis
movimientos y luego, en cosa de pocos segundos, mi situación se normalizaba y podía
continuar mis rutinas sin ningún problema.
Pero el viernes 7, a eso de las dos
de la tarde, luego de estar recostado (pero no en el “ande” soberbio, como mal
escribiera el poeta cubano) “echando la güeva” me vino un desmayo profundo, que
no me dio tiempo de reaccionar y fui a dar con mis 200 libras al suelo, haciéndome
una herida bastante grande en la parte de atrás de la cabeza. Eso me privó del
conocimiento por 8 o 10 minutos y fui llevado medio inconsciente a un sanatorio
local donde me suturaron la herida y al practicárseme un electrocardiograma,
quien sabe por qué demonios salió que había tenido un Infarto severo.
Quienes
se enteraron de ello, le pusieron su pimienta al asunto al contárselo al vecino
y de allí se derivó que al poco rato, yo ya era cadáver e inclusive, ya me
estaban velando…
Inmediatamente fui llevado a un Hospital del IGSS en la capital,
donde me atendieron con absoluto profesionalismo y luego de practicarme tres electrocardiogramas
(por el antecedente que traías de mi provincia querida) resultó que mi víscera
noble no tenía ninguna clase de problema. A los pocos días inclusive se me
practicó una Tomografía Axial Computarizada para descartar algún problema de
orden cerebral y nuevamente el resultado fue limpio.
Por lo tanto me dieron de baja y me enviaron de vuelta al
terruño querido, donde para desilusión de más de dos y alegría de muchos de mis
verdaderos amigos, aquí sigo y seguiré dando lata todavía durante algún tiempo
que esperemos sea prolongado. (la foto que acompaña esta nota fue tomada un día
antes de mi salida del nosocomio, y como se puede ver, no estoy todavía muy cadáver
que digamos)
A todos los que de alguna manera se tomaron la molestia de
llamar a casa preguntando por mi salud, desde aquí les envío mi mejor agradecimiento
y mi promesa de que en la primera oportunidad, juntos diremos, salud…