Próximamente estaremos celebrando un aniversario mas de la independencia patria. Tanto los establecimientos privados como los nacionales están entrenando sus “bandas de guerra”. ¿Qué guerra? Nos preguntamos nosotros. Los pobres padres de familia ya andan viendo de dónde sacan el montón de quetzalitos devaluados para satisfacer la exigencia de algunos maestros inescrupulosos que se aprovechan de la ocasión para hacer su agosto en septiembre, esquilmando de manera irresponsable a los ya de por si esquilmados “pater-familias” que con tal de ver a sus muchachitos y muchachitas desfilando con caros y elegantes trajes se quedan hasta sin comer. Y los tales desfiles, a los estudiantes no les dejan nada bueno ni provechoso porque solamente sirven para perder el valioso tiempo que debieran utilizar para aprender algo que les sea útil en su vida futura.
Creímos que con este nuevo gobierno las cosas iban a cambiar. Que habría orden y compostura en la forma de celebrar a la patria pero qué equivocados estábamos, en lugar de corregir normas y errores, los procedimientos no solo no variaron sino todo lo contrario: empeoraron hasta extremos insospechados.
La famosa mano dura se desapareció como por arte de magia. Mejor dicho nunca existió. Nosotros pensamos que con un “chafa” en el guayabal la celebración de nuestra máxima fiesta nacional iba a tener otro cariz y que ahora se harían celebraciones serias y ordenadas, pero parece que se van a repetir los vulgares convites de aldea o de pueblos gachos como ha sucedido en los últimos tiempos.
Siempre hemos pensado que si los alumnos van a desfilar debieran hacerlo con mucha disciplina y teniendo una conciencia clara de que se trata de celebrar un acontecimiento sumamente importante que se quedó inscrito en los anales patrios, pero eso se logra con actividades académicas, con elevadas expresiones de cultura y civismo y no con una fiestucha vulgar, común y corriente, donde al son de tambores y bombos se embrutece mas de la cuenta a muchos jóvenes que a fin de cuentas ni siquiera entienden el verdadero sentido cívico y patriótico de tan magno acontecimiento.
Ahora, al margen de los desfiles, hay algo que casi nadie advierte: a partir del mes de junio del siguiente año empiezan a nacer muchachitos. Los dizque hijos de la independencia. Medite y defina.
Así es que… señoras y señores: a gastarse los pocos centavitos que les quedan para vestir como bailarinas de teatro de revista a las patojas y a los muchachos como militaroides arrepentidos y todos celebrar con bombo y platillo nuestra fiesta patria. La juventud escolar se lo merece. (Y los dueños de colegios también) Por lo menos eso dicen…. Salud.
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