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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

lunes, 25 de enero de 2010

DE CREPÚSCULOS Y ASCENSOS (En la Cima)

Carlos Barranco R.


I
Esta marcha tan larga y tormentosa
sin conocer siquiera si la meta
existe en algún lado, es dolorosa,
pero hay que hacerla realidad completa.

Es lenta, imprevisible, trabajosa.
Nadie tiene la fórmula secreta
para alcanzar la cúspide gloriosa
si no tiene la fuerza de un atleta.

Si no ha logrado en férrea disciplina
acostumbrar el músculo y la mente
a un constante caer y levantarse;
Sólo aquel que obstinado no declina
en permanente afán de superarse
puede alzarse con lauros de excelente…

II
El hombre, ésta mínima criatura,
que se sueña titán semidivino,
piensa que con su regia arquitectura
puede moldear a gusto su destino

y de pronto comprende, con pavura,
que debe transitar por el camino
que le ha sido asignado, y que una oscura
fatalidad determinó su sino…

y doblegado al cabo su egoísmo,
humillados sus sueños de grandeza
por la gris realidad que lo amedrenta,
aprende a no confiar sino en si mismo,
y diariamente su camino empieza
mientras sus propias fuerzas acrecienta.

III
proseguir esta larga caminata
de tanto año de lento aprendizaje,
es una parte sustancial del viaje
que a una rutina sin igual, nos ata.

Desde la misma cuna se nos trata
de dotar con el mínimo equipaje
del valor, la constancia y el coraje
que sean nuestra compañía grata.

Y así vamos con paso vacilante,
forjando poco a poco el derrotero,
que nos lleve a alcanzar nuestros empeños,
y vamos caminando hacia adelante
con la vista posada en un lucero
o un astro, en la cumbre de los sueños.

IV
Cada paso que damos en la vida
nos acerca al ideal que nos forjamos.
Aquello que en el pecho cobijamos
cual destello de luz esclarecida.

Es sin duda agobiante la subida,
pero con cada cumbre que alcanzamos,
mas cerca de lo excelso nos situamos
y eso es una corona merecida.

Subir por rutas duras, extenuantes,
por caminos extraños, por senderos,
por atajos nunca jamás pisados,
llevando a veces como acompañantes
tan sólo el resplandor de los luceros
o un cúmulo de sueños trasnochados…

V
Es algo que yo mismo experimento
desde hace largos años y a fe mía,
confieso que hubo mas de algún momento
en que el ascenso fue dura agonía…

Muchas veces, ganando en el intento,
no tuve en esos triunfos, alegría,
y en otros fue tan grande el sufrimiento
que ser un perdedor, preferiría…

Otear desde la altura el horizonte…
ver allá abajo valles y llanuras…
mirar ríos fingiendo hilos dorados…
sólo lo alcanzan los predestinados,
los que han roto ancestrales ataduras
y no temen al viaje con Caronte.



VI
Y después de sufrir desilusiones,
de llevar una vida asaz discreta,
de vivir con pasión de anacoreta
sin tener opulentas pretensiones,

con medianas, pequeñas ilusiones,
y una escala de sueños incompleta,
marcada por las ansias de un poeta
que le buscaba espacio a sus canciones.

Después de muchos sueños y quimeras,
y que desfalleció la inspiración
que durante la ardiente juventud
brotara de mi lira y mi laúd,
con las alegres notas festineras
que incubó con amor, mi corazón…

VII
continué recorriendo mi camino
luchando brazo a brazo con la suerte;
paso a paso con mente y alma fuerte
y corazón de ritmo diamantino,

con un valor que es casi un desatino,
sin importar mi condición de inerte,
desdeñé el riesgo de la misma muerte
y le aposté a una carta, mi destino…

y fui escalando cumbres y escarpadas
laderas, con afán humanitario
que casi siempre fuera incomprendido,
y fueron mis acciones, condenadas,
y continué subiendo hacia el calvario,
con gesto imperturbable, decidido…

VIII
Y hoy que estoy en la cúspide, en la altura,
y todo al rededor es mas calmado,
al mirar el laurel que me fue dado,
inmerecido a veces… por ventura…

se que aunque a veces fue la lucha, dura,
el espíritu está reconfortado,
porque el esfuerzo ha sido compensado
a veces con afecto o con ternura.

Pero en esta región del universo
hoy que debo entregar las estafetas
a nuevos esforzados corredores,
les pediré aprender de mis errores
y no querer cambiar, como poetas
como yo, el mundo, al ritmo de mi verso…

IX
Los cantos y las rimas, los poemas
no cambian ni moldean estructuras,
no reparan ni esguinces, ni fracturas
sociales. Como líricos emblemas

nada mas adormecen los problemas.
Por eso aquí en las máximas alturas,
viendo que se debaten las criaturas
entre esfuerzos y duelos y dilemas,

antes de dar el salto al infinito,
y acometer el cambio mas profundo
mas grave, mas traumático y mas fuerte,
quisiera dar al menos este grito:
luchemos siempre por cambiar el mundo
hasta un minuto antes de la muerte…

X
Los postreros kilómetros del viaje
cada vez son mas y mas cansinos;
como que es mas pesado el equipaje
o son mas escabrosos los caminos…

el aire enrarecido del paisaje,
los escasos arbustos con espinos,
el arrugado y empolvado traje,
los últimos fulgores diamantinos

del astro rey, que ya casi declina,
evidencian, según el vulgo estima
que está cercano ya el postrero paso…
sin advertir que la ultima colina
nos acerca a la cúspide, a la cima
pero no a la tristeza del ocaso…


XI
Estamos a las puertas de la gloria.
No es la postrera edad, la decadencia,
sino un feliz momento en nuestra historia,
porque está a nuestro alcance la excelencia.

Sólo se alcanza la total victoria
cuando el espíritu muestra su presencia
y en éxtasis glorioso, la euforia
perfuma nuestros sueños con su esencia…

Ya no vamos tras triunfos materiales.
Ya cumplimos con creces nuestro empeño.
Ya no nos aterramos ante el duelo.
Ya es tangible el ideal de nuestro ensueño.
Ya nuestras metas son espirituales.
Ya nuestra vista está fija en el cielo.

XII
Eso es lo que hoy gozoso experimento
al ver todo el camino recorrido,
con todo lo gozado y lo sufrido
a través del reír y el sufrimiento.

Es agradable el singular momento
de poder revisar lo conseguido
y ver que lo bailado y lo vivido
han estado a la altura del intento.

Que casi todo aquello imaginado
por mi ansia de progreso trascendente
-no necesariamente en mi provecho-
fue en su propio momento consumado
como un laurel ciñéndome la frente
o un olivo creciéndome en el pecho…



XIII
Como si a la humildad de mis proyectos
dieran fuerza y potencia indoblegable,
los dioses de un Olimpo inabarcable,
a mi favor en todos los aspectos.

Recibí enorme proporción de afectos.
Fue conmigo el destino muy amable
y cuando vacilé, si fui inestable,
fue por mis pensamientos insurrectos.

Por mis perennes sueños libertarios,
por mi afán de nadar contra corriente
y no aceptar a mis ideales, cerco;
por no hacer de mis versos, incensarios,
ni ante el poder quedarme indiferente
y ser rebelde, disconforme y terco.

XIV
Por querer ser genuino en mis acciones
aún con los riesgos que eso significa,
en un mundo de envidias y ambiciones
donde hasta el propio honor se sacrifica…

Donde algunos subastan convicciones
y al mediocre se ensalza y magnifica,
premiado así por sus genuflexiones
con lo que su existencia no complica.

Por caminar con rumbo definido,
por tener una propia tesitura,
aunque algunos encuentren obsoleta
esa forma de actuar, he recibido
mas de una decepción, una amargura.
¡Acíbar en la copa del poeta!

XV
Pero no me arrepiento de lo actuado.
Creo que he sido a mis designios, fiel.
Que pese a lo sufrido y lo llorado
fue menor la amargura que la miel…

Casi siempre fui bien recompensado.
Y aunque a veces a cambio del laurel
sólo fui por la envidia coronado,
no me amargó ese gesto absurdo y cruel.

He llegado a la edad maravillosa
en que ya no es vital la fortaleza
física y vale más la espiritual.
La oruga se transforma en mariposa.
El ascenso del alma es la promesa
a una región etérea, celestial.

XVI
Se asciende por escalas imponentes.
En la etapa del dulce misticismo,
ya no hay las ataduras insolentes
al torpe imperio del materialismo…

el cuerpo sufre etapas decadentes
-su natural y exacto cataclismo-
pero le crecen alas transparentes
y el espíritu vuela por sí mismo.

La hora del crepúsculo es propicia
para el amable tránsito del alma
por sendas donde no se dejan huellas…
en ese punto lo eternal se inicia…
cuando se pueden ver con toda calma
las rutas entre el sueño y las estrellas…

XVII
La hora en que se cumplen los anhelos.
En que se alcanzan metas luminosas.
En que florecen siembras y desvelos
y los botones se hacen lindas rosas…

Hay majestuosidad en nuestros vuelos.
Las orugas se vuelven mariposas.
Andamos por las nubes y los cielos
sin lastres ni ataduras estorbosas.

Estamos ya al final de este camino
que indefectiblemente recorremos
hacia la eternidad. Y nos anima
haber llegado al éxtasis divino
y conocer que pronto llegaremos
felices y radiantes, a la cima…

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