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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

domingo, 15 de abril de 2012

SI O NO A LA DESPENALIZACIÓN DE LAS DROGAS

CARLOS BARRANCO R. (Publicado en la Revista Cotzumalguapa de marzo de 2012)


Afortunadamente, en todo lo que es creación humana siempre hay lugar para la divergencia. Lo que usted aprecia de color de rosa, puede ser que el de enfrente lo vea de color celeste y yo lo vea de color de hormiga. Que aburrido sería el mundo si todos estuviéramos alineados en una determinada dirección. ¿No cree?
Por eso, ahora que el señor Pérez Molina (para más señas, el actual tatascán del gobierno guatemalteco) se echó a l’uña ese trompo de proponer a la comunidad internacional, la despenalización de la producción, el tráfico y el consumo de las drogas, como el medio más adecuado para terminar con el baño de sangre en que se ha convertido en los últimos años el combate a todo lo relativo con esa actividad, han sido muchos -dentro y fuera de nuestras fronteras- los que se han desagarrado las vestiduras y han echado ceniza sobre sus cabezas, a la mejor usanza de los habitantes del oriente medio en los tiempos bíblicos, mientras que otros han pensado que esa, puede ser en realidad, una medida eficaz para quitarle lo más atractivo a ese negocio: la danza de miles de millones de dólares que significa abastecer a un mercado exigente, donde no se vacila en cometer todos los ilícitos del mundo, para producirla, transportarla y hacerla llegar a los consumidores, que a la vez, no vacilan en multiplicar aquellos ilícitos con tal de conseguir su ración cotidiana, misma que por las limitaciones de una oferta penada por la ley, se transforma en un satisfactor sumamente caro.
Quienes no están de acuerdo con la idea (incluyendo a más de un gobernante que en actitud perruna bajó las orejas y metió el rabo entre las patas en cuanto escuchó la voz del amo normar criterios desde Washington) tienen cierto grado de razón, cuando se imaginan que con esa liberalización, todos los muchachos van a andar bien pachecos, haciendo micos y pericos bajo el efecto desinhibidor de la mota, la heroína o las drogas sintéticas. Que se van a multiplicar los crímenes y las conductas antisociales de los que se pongan cenizos.
Desde mi empírico punto de vista, no habrá tal. El alcohol (las chelas son como quien dice su puerta de ingreso) tiene producción, tráfico y venta libre desde hace chorrocientos años no solo en nuestro país sino en todo el mundo. Y se vuelve bolo nada más aquel que quiere, ya que no a todo el mundo le gusta andar azurumbado. Y es cierto que por ai andan los “bolemios” pidiendo una choca para ajustar para la chiricuta, pero nadie anda (a medios chiles, bien socado o de goma), matando a nadie para conseguir para el cuto.
Sólo en gringolandia hubo, (históricamente documentado) un exagerado crecimiento de la delincuencia y del bajo mundo, cuando a sus autoridades se les ocurrió la insensatez de prohibir su consumo. En ese tiempo de la prohibición, los bolos gringos siguieron chupando su guaro, pero lo compraban de contrabando y a precios muy altos y eso dio lugar a la creación de las mafias (don Carleone, Al Capone, el Padrino, los Intocables etc.); cuando se dieron cuenta que eso no resolvía sino incrementaba el problema, despenalizaron el consumo y el tráfico del alcohol y ya sabemos que no creció exponencialmente el número de charamileros gringos.
Con la despenalización, la familia, la sociedad y el estado se encargarán de la prevención, de la educación, y de la regeneración de los cruzados… claro que más de alguno se va poner hasta atrás con la droga que más le agrade. Pero ya no va a tener que matar a alguien para robarle el celular y así poder comprarla, porque se la van a vender a un precio razonable, en la farmacia, en el super o en la tienda de la esquina.
Qué bueno que el general tuvo los faroles para poner esa pica en Flandes. Ahora es cuando el chile verde le va a dar sabor al caldo. Vamos a ver de qué están hechos los Chávez, los Correas, los Morales, los Ortegas, los Fernández, esos líderes que a todo lo que manda el imperio, aunque sea sólo por llevarle la contraria, dicen NEL. Esperemos.
Yo si le apuesto a la despenalización. (Y eso es lo bueno de esta sección de opiniones: aquí cada quien dice lo que mejor le parezca. Con absoluta libertad).

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