Lisandro Estrada Conde. Publicado en COTZUMALGUAPA, septiembre 2009.
En alegre y movida simbiosis de auténtica y folclórica parafernalia, se realizaron en nuestro pueblo las desordenadas marchas o caminatas, que los señores y señoras del magisterio organizaron por la celebración de la falsa y nada honrosa "independencia" de nuestra querida Guatemala.
¿Qué quisieron representar, ofrecer o manifestar con tales esperpentos? ¿Qué consigna propuesta o idea los impulsó a sacar a nuestras calles y avenidas tantas tonteras y diabluras?
No se sabe. La gente cuerda, esto es, gran parte de la ciudadanía no se explica tan descabelladas representaciones, sobre todo por venir de gentes que se supone que tienen la gorda obligación de inculcar en la niñez y en la juventud ideas y principios sanos, que les hagan valorar en su justa dimensión el significado del patriotismo, de los altos valores cívicos, de los sentimientos de nacionalismo y amor a la patria en que nacimos, que en todo momento deben anidar en nuestro espíritu…
Celebrar el día de la independencia ofreciendo un espectáculo degradante y ofensivo para una parte de la población, es algo que por ningún motivo debiera darse, porque para exaltar los valores cívicos, hay otros medios con los que no se le falta el respeto y la consideración a nuestros semejantes, en sus ideales y en sus creencias.
¿Cuál sería el simbolismo que quisieron expresar con esos actos tan burdamente planificados, cuando que para patentizar el cariño y el respeto a la patria no hace falta ofender a los demás en sus mas profundos sentimientos…?
En la caminata del sábado 5 de septiembre, no podíamos creer lo que mirábamos: un grupo de adolescentes emulando irónicamente a un Sacerdote Católico, a un representante de la Iglesia, vestido como tal, con un simulado Santísimo Sacramento en las manos (se trata del mas alto Sacramento de nuestra fe, señores, no es cualquier cosa)... y otros muchachos, también vestidos de religiosos, sosteniendo el Palio, haciendo mofa de un acto cristiano, sagrado y respetable…
Luego iba otro grupo de patojos -hombres y mujeres- vestidos con ropa de vaqueros, con sombrero de campo, pantalones de lona, sucios y apretados, con botas y algunos hasta con espuelas, otros emulando el baile de los fieros, con un cacaxtle en la testa simulando un torito, otro grupo con la desdichada ocurrencia de remedar una procesión antigüeña, con una imagen en una anda y vestidos grotescamente como cucuruchos, poniendo en entredicho el respeto que todos debemos tener por las creencias religiosas de los demás…
Yo creo que los señores que tuvieron esta "fenomenal y brillante idea", confundieron el sebo con la manteca. Tal vez pensaron que se trataba de las vísperas del adviento y dispusieron sacar el convite que tradicionalmente sale el día primero de noviembre… pero desde luego confundir un convite, que por su contenido y tradición es ovacionado por propios y extraños, porque salen a bailar por las calles disfrazados de mamarrachos a cual mas divertidos y simpáticos, con un desfile cívico que debe promover valores y principios patrióticos en la niñez y en la juventud, es algo que no a cualquiera se le puede ocurrir…
Por supuesto que en este asunto hay mas tela qué cortar. Porque en las noticias televisivas y escritas vemos el drama de la hambruna que azota varias regiones del país, mientras aquí en nuestras escuelas y colegios se hace derroche de dinero.
Niñitos que no tienen ni cinco años, ya van bien uniformados somatando su redoblante y patojos y patojas, con lujosas botas y atuendos que cuestan sus buenos pistos, poniendo en apuros económicos a muchos padres de familia que hacen milagros para que sus retoños no queden mal… pero eso, poco les importa a algunos maestros, porque según la lengua de algunas gentes, está de por medio un buen negocio: en muchos casos el maestro se encarga de mandar a hacer los uniformes, comprar las botas y según se dice, aunque a nosotros eso no nos consta, la olla les queda bien embarrada.
Así es que la cosa tiene sus bemoles. Échele cinco al brinco y que siga la pachanga…
Datos personales
- Carlos Barranco R.
- Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
- Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
miércoles, 9 de septiembre de 2009
ENSALADA MENSUAL
(Publicado en la revista COTZUMALGUAPA de agosto 2009)
Hay un titipuchal de asuntos que al comentarista le hacen ojo pache al momento de principiar a teclear sobre la hoja en blanco. Y hay que definirse “currente calami” como dirían los clásicos o al correr de la digitalización como se tendría que decir en nuestros tiempos de la comunicación virtual. En otras palabras: cuando uno empieza a escribir su columna de opinión tiene que definir sus comentarios, como quien dice, sobre la marcha.
Así que sin pretender ponerlas en su orden de importancia, empezamos por ver cómo anda el intríngulis de la crisis hondureña. Los cancilleres enviados recientemente por la OEA se fueron de nuevo a topar con pared. En Honduras se sigue mayoritariamente pensando que Mel Zelaya si regresa, debe ser a solventar deudas con la legalidad de aquel país. Aunque la comunidad internacional piense lo contrario.
Y en ese asunto, querer aplicar (como hizo una estimable colega) el mismo rasero, a lo ocurrido con el sombrerudo catracho y con el canchito soldado del pueblo en 1954, afirmando que ambos casos fueron promovidos por las oligarquías locales contrapunteándose con las medidas de corte social que ambos mandatarios habían iniciado, es hilar demasiado fino, ya que Jacobo jamás intentó manipular nuestra Constitución ni perpetuarse en el poder. Sino en todo caso lo que hizo fue tratar que la Suprema ley de la nación, se cumpliera para todos. Pero ya se sabe que en cuestiones de opiniones políticas, siempre habrá quienes afirmen que lo blanco es negro. Y a la visconversa, como diría Cantinflas.
Y tal parece que los políticos criollos, como los de casi todos los países, le siguen apostando a la flaca memoria de los pueblos. ¿Quién se recuerda ahorita por ejemplo de cuánto se llevó Byron Barrientos, o qué pasó con el diputado dueño de la camioneta que mató a tanta gente en la vuelta del chilero, o qué pasó con los que se llevaron la plata de los ahorradores de los bancos gemelos, o de Bancafé, vamos, ni siquiera se sabe que pasó con los 82 melones que se hueviaron del Congreso bajo la mirada entre engomada y tristona de Eduardo Meyer…?
Y ¿Por qué diantres tratamos este affaire? Porque ya se van a cumplir cuatro meses desde el asesinato del licenciado Rosemberg y aunque la CICIG es la garante de que el caso se está investigando con apego a la legalidad y al derecho, el pueblo sigue en ayunas en lo que respecta a resultados. Apenas hace unos días el señor presidente Colom decía: “Creo que van a venir momentos propicios, pero hay que esperar, honestamente, la resolución del caso”, en contraposición total con su postura inicial, que fue de acusar de complotistas y desestabilizadores, al muerto y a quienes reclamaban precisamente eso: la resolución del caso. En fin…
Y ya que estamos en plena época de celebraciones por la gesta independentista de 1821. Y que ya hemos escuchado desde hacer rato los promocionales de la CNN diciendo que en el 2011 se celebrarán los 200 años del inicio de las luchas por la independencia en El Salvador, entre otros países, tomando en cuenta que la mayoría de nuestro pueblo se va con esa incompleta finta, nosotros que en todo andamos de metiches, tenemos que echar nuestro gato a retozar para ubicar en su correcta dimensión esa información: efectivamente, el 5 de noviembre 1811 ocurrió una sublevación en esa provincia, concretamente en San Salvador.
El movimiento se extendió en los días siguientes a las ciudades de Santiago Nonualco, Usulután, Chalatenango, Santa Ana, Tejutla y Cojutepeque. Fue encabezado por José Matías Delgado, Manuel José Arce y los hermanos Aguilar. Hasta ser sofocado en diciembre de 1811.
Hasta allí todo está correcto. Lo único que hay que reafirmar es que no se estaba peleando por la independencia de El Salvador. Sino por la del Reyno o de la Capitanía General de Guatemala, de la cual era parte la provincia salvadoreña. Y El Salvador se transforma en nación en 1841 después de una larga historia de luchas entre salvadoreños y guatemaltecos por hacerse del poder.
Como se ve por lo anteriormente anotado, en el 2011 se van a cumplir 200 años de que un grupo de centroamericanos inició en San Salvador, la lucha por la independencia, sí, pero de Centroamérica. La historia no se debe escribir con medias verdades. Salud...
Escribe: Carlos Barranco R.
Hay un titipuchal de asuntos que al comentarista le hacen ojo pache al momento de principiar a teclear sobre la hoja en blanco. Y hay que definirse “currente calami” como dirían los clásicos o al correr de la digitalización como se tendría que decir en nuestros tiempos de la comunicación virtual. En otras palabras: cuando uno empieza a escribir su columna de opinión tiene que definir sus comentarios, como quien dice, sobre la marcha.
Así que sin pretender ponerlas en su orden de importancia, empezamos por ver cómo anda el intríngulis de la crisis hondureña. Los cancilleres enviados recientemente por la OEA se fueron de nuevo a topar con pared. En Honduras se sigue mayoritariamente pensando que Mel Zelaya si regresa, debe ser a solventar deudas con la legalidad de aquel país. Aunque la comunidad internacional piense lo contrario.
Y en ese asunto, querer aplicar (como hizo una estimable colega) el mismo rasero, a lo ocurrido con el sombrerudo catracho y con el canchito soldado del pueblo en 1954, afirmando que ambos casos fueron promovidos por las oligarquías locales contrapunteándose con las medidas de corte social que ambos mandatarios habían iniciado, es hilar demasiado fino, ya que Jacobo jamás intentó manipular nuestra Constitución ni perpetuarse en el poder. Sino en todo caso lo que hizo fue tratar que la Suprema ley de la nación, se cumpliera para todos. Pero ya se sabe que en cuestiones de opiniones políticas, siempre habrá quienes afirmen que lo blanco es negro. Y a la visconversa, como diría Cantinflas.
Y tal parece que los políticos criollos, como los de casi todos los países, le siguen apostando a la flaca memoria de los pueblos. ¿Quién se recuerda ahorita por ejemplo de cuánto se llevó Byron Barrientos, o qué pasó con el diputado dueño de la camioneta que mató a tanta gente en la vuelta del chilero, o qué pasó con los que se llevaron la plata de los ahorradores de los bancos gemelos, o de Bancafé, vamos, ni siquiera se sabe que pasó con los 82 melones que se hueviaron del Congreso bajo la mirada entre engomada y tristona de Eduardo Meyer…?
Y ¿Por qué diantres tratamos este affaire? Porque ya se van a cumplir cuatro meses desde el asesinato del licenciado Rosemberg y aunque la CICIG es la garante de que el caso se está investigando con apego a la legalidad y al derecho, el pueblo sigue en ayunas en lo que respecta a resultados. Apenas hace unos días el señor presidente Colom decía: “Creo que van a venir momentos propicios, pero hay que esperar, honestamente, la resolución del caso”, en contraposición total con su postura inicial, que fue de acusar de complotistas y desestabilizadores, al muerto y a quienes reclamaban precisamente eso: la resolución del caso. En fin…
Y ya que estamos en plena época de celebraciones por la gesta independentista de 1821. Y que ya hemos escuchado desde hacer rato los promocionales de la CNN diciendo que en el 2011 se celebrarán los 200 años del inicio de las luchas por la independencia en El Salvador, entre otros países, tomando en cuenta que la mayoría de nuestro pueblo se va con esa incompleta finta, nosotros que en todo andamos de metiches, tenemos que echar nuestro gato a retozar para ubicar en su correcta dimensión esa información: efectivamente, el 5 de noviembre 1811 ocurrió una sublevación en esa provincia, concretamente en San Salvador.
El movimiento se extendió en los días siguientes a las ciudades de Santiago Nonualco, Usulután, Chalatenango, Santa Ana, Tejutla y Cojutepeque. Fue encabezado por José Matías Delgado, Manuel José Arce y los hermanos Aguilar. Hasta ser sofocado en diciembre de 1811.
Hasta allí todo está correcto. Lo único que hay que reafirmar es que no se estaba peleando por la independencia de El Salvador. Sino por la del Reyno o de la Capitanía General de Guatemala, de la cual era parte la provincia salvadoreña. Y El Salvador se transforma en nación en 1841 después de una larga historia de luchas entre salvadoreños y guatemaltecos por hacerse del poder.
Como se ve por lo anteriormente anotado, en el 2011 se van a cumplir 200 años de que un grupo de centroamericanos inició en San Salvador, la lucha por la independencia, sí, pero de Centroamérica. La historia no se debe escribir con medias verdades. Salud...
lunes, 7 de septiembre de 2009
DE RUFIANES Y TARTUFOS
Carlos Barranco R.
Cuando de cualesquier manera expresamos nuestros pensamientos, en papel o en algunos de los medios electrónicos: radio, tv, o en los blogs que se han puesto de moda a través de la red, hacemos uso de la libertad de expresión. Algo que también utilizan quienes opinan respecto de nuestras ideas. Y por tanto, analizando estas acciones de una manera simplista, se podría decir que ambas son correctas.
Pero para situar las cosas en su verdadera dimensión, hay que hacer una ligera observación: en primer lugar: quienes navegamos en esas agitadas aguas del comentario periodístico, (o si no periodístico, cuando menos llamémosle, comentario público) casi siempre lo hacemos asumiendo la responsabilidad de lo que expresamos. Así lo hemos hecho nosotros a lo largo de mas de cincuenta años. Siempre hemos dado la cara, firmando con nuestro nombre (y en ciertas columnas escribiendo algunos de nuestros anagramas) lo que decimos, porque desde el principio se nos enseñó que ocultarse detrás del anonimato no es algo muy edificante. Ni de gentes de bien.
Y en segundo lugar: entre aquellos que suelen escribir una crítica o una desaprobación a un comentario previamente vertido, hay quienes lo hacen respaldados con su nombre y apellido y que son merecedores de respeto, pero también están aquellos que ocultan su postura detrás del anónimo. Lo que no deja de ser un acto colindante con la cobardía. Como el de aquel que tira la piedra y esconde la mano…
¿Por qué hago esta breve reflexión? Porque constantemente recibo en mi correo electrónico personal, los comentarios de respetables paisanos (algunos que puedo identificar por sus nombres y otros que, con toda sinceridad lamento no reconocer) y algunas veces, también aparecen en alguno de los blogs en que escribo. Pero recientemente algún lector me envió un par de comentarios adversos. Y eso de no estar de acuerdo con mis puntos de vista no es en forma alguna, preocupante. Ni merecería siquiera un par de minutos de mi tiempo. Al extremo que no me ocuparé de dar a esos tamagases la justificación de mis puntos de vista.
Lo que llama mi atención, es que esta persona, actúe como suelen hacer los delincuentes. Que me cuestione desde la sombra. Que oculte su identidad. En otras palabras, que se ponga un pasamontañas para que no se le vea la cara o que use guantes de latex para que no se le identifique por sus huellas. Ni modo: también hay pequeños tartufos en la red…
Cuando de cualesquier manera expresamos nuestros pensamientos, en papel o en algunos de los medios electrónicos: radio, tv, o en los blogs que se han puesto de moda a través de la red, hacemos uso de la libertad de expresión. Algo que también utilizan quienes opinan respecto de nuestras ideas. Y por tanto, analizando estas acciones de una manera simplista, se podría decir que ambas son correctas.
Pero para situar las cosas en su verdadera dimensión, hay que hacer una ligera observación: en primer lugar: quienes navegamos en esas agitadas aguas del comentario periodístico, (o si no periodístico, cuando menos llamémosle, comentario público) casi siempre lo hacemos asumiendo la responsabilidad de lo que expresamos. Así lo hemos hecho nosotros a lo largo de mas de cincuenta años. Siempre hemos dado la cara, firmando con nuestro nombre (y en ciertas columnas escribiendo algunos de nuestros anagramas) lo que decimos, porque desde el principio se nos enseñó que ocultarse detrás del anonimato no es algo muy edificante. Ni de gentes de bien.
Y en segundo lugar: entre aquellos que suelen escribir una crítica o una desaprobación a un comentario previamente vertido, hay quienes lo hacen respaldados con su nombre y apellido y que son merecedores de respeto, pero también están aquellos que ocultan su postura detrás del anónimo. Lo que no deja de ser un acto colindante con la cobardía. Como el de aquel que tira la piedra y esconde la mano…
¿Por qué hago esta breve reflexión? Porque constantemente recibo en mi correo electrónico personal, los comentarios de respetables paisanos (algunos que puedo identificar por sus nombres y otros que, con toda sinceridad lamento no reconocer) y algunas veces, también aparecen en alguno de los blogs en que escribo. Pero recientemente algún lector me envió un par de comentarios adversos. Y eso de no estar de acuerdo con mis puntos de vista no es en forma alguna, preocupante. Ni merecería siquiera un par de minutos de mi tiempo. Al extremo que no me ocuparé de dar a esos tamagases la justificación de mis puntos de vista.
Lo que llama mi atención, es que esta persona, actúe como suelen hacer los delincuentes. Que me cuestione desde la sombra. Que oculte su identidad. En otras palabras, que se ponga un pasamontañas para que no se le vea la cara o que use guantes de latex para que no se le identifique por sus huellas. Ni modo: también hay pequeños tartufos en la red…
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