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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

lunes, 7 de septiembre de 2009

DE RUFIANES Y TARTUFOS

Carlos Barranco R.

Cuando de cualesquier manera expresamos nuestros pensamientos, en papel o en algunos de los medios electrónicos: radio, tv, o en los blogs que se han puesto de moda a través de la red, hacemos uso de la libertad de expresión. Algo que también utilizan quienes opinan respecto de nuestras ideas. Y por tanto, analizando estas acciones de una manera simplista, se podría decir que ambas son correctas.

Pero para situar las cosas en su verdadera dimensión, hay que hacer una ligera observación: en primer lugar: quienes navegamos en esas agitadas aguas del comentario periodístico, (o si no periodístico, cuando menos llamémosle, comentario público) casi siempre lo hacemos asumiendo la responsabilidad de lo que expresamos. Así lo hemos hecho nosotros a lo largo de mas de cincuenta años. Siempre hemos dado la cara, firmando con nuestro nombre (y en ciertas columnas escribiendo algunos de nuestros anagramas) lo que decimos, porque desde el principio se nos enseñó que ocultarse detrás del anonimato no es algo muy edificante. Ni de gentes de bien.

Y en segundo lugar: entre aquellos que suelen escribir una crítica o una desaprobación a un comentario previamente vertido, hay quienes lo hacen respaldados con su nombre y apellido y que son merecedores de respeto, pero también están aquellos que ocultan su postura detrás del anónimo. Lo que no deja de ser un acto colindante con la cobardía. Como el de aquel que tira la piedra y esconde la mano…

¿Por qué hago esta breve reflexión? Porque constantemente recibo en mi correo electrónico personal, los comentarios de respetables paisanos (algunos que puedo identificar por sus nombres y otros que, con toda sinceridad lamento no reconocer) y algunas veces, también aparecen en alguno de los blogs en que escribo. Pero recientemente algún lector me envió un par de comentarios adversos. Y eso de no estar de acuerdo con mis puntos de vista no es en forma alguna, preocupante. Ni merecería siquiera un par de minutos de mi tiempo. Al extremo que no me ocuparé de dar a esos tamagases la justificación de mis puntos de vista.

Lo que llama mi atención, es que esta persona, actúe como suelen hacer los delincuentes. Que me cuestione desde la sombra. Que oculte su identidad. En otras palabras, que se ponga un pasamontañas para que no se le vea la cara o que use guantes de latex para que no se le identifique por sus huellas. Ni modo: también hay pequeños tartufos en la red…

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