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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

lunes, 19 de octubre de 2009

HABLANDO DE INDEPENDENCIAS...

(Publicado en la Revista COTZUMALGUAPA)
CARLOS BARRANCO RODRIGUEZ

Como ya en otro espacio hablamos de las verdades históricas que se olvidan en los contenidos curriculares de nuestro sistema educativo, respecto de la firma del acta de independencia, del sábado 15 de septiembre de 1821, vamos a comentar los aspectos que creemos que se podrían modificar, en nuestro pueblo, para mejorar tales festejos.

Lo fútil que resultan estas celebraciones con el mismo formato, se advierte al ver los patéticos desfiles, que continúan siendo esa costumbre que alguna vez fue eliminada como obligatoria y a la que sólo le cambiaron el nombre, volviéndola caminata.

En primer lugar los padres de familia siguen comprando costosos uniformes para que los niños y jóvenes se asen bajo los rayos del sol costeño. A la juventud, claro que le gusta esa demostración de "civismo". Sirve para que ellos se luzcan aporreando redoblantes y tamborones o resoplando trompetas y saxofones, mientras ellas con diminutas faldas, kepis emplumados y a veces altísimos tacones, vayan luciendo sus juveniles encantos, agitando batones y ensayando coquetos pasos de baile, que el público, ansioso de espectáculos, aplaude con boquiabierto entusiasmo pueblerino…

Otra cosa es nuestro desorden generalizado. Cuando uno ha visto desfiles (cívicos, carnavaleros, deportivos o (aunque sea sólo por televisión) como el famoso "de las rosas") en otros pueblos con mejores estándares culturales, se apena al compararlos con nuestra realidad, al ver por ejemplo la ineptitud de nuestras policías, que son incapaces de mantener en orden, a la gente que ocupa los espacios que se supone son para el mayor lucimiento de los desfilantes. No es posible que sigamos comportándonos como pueblón semaforizado o como aldea con pretensiones de ciudad… si la ciudadanía no acepta reglamentaciones, por lo menos que alguien tenga la capacidad de mostrarle tarjeta amarilla…

Y algo que casi se ha perdido por completo: la participación ciudadana: hace algunos años, en casi todas las casas se observaba esmero y dedicación para que el pueblo luciera festivo . Ahora, pena da decirlo, son pocas las casas cuyos dueños se preocupen por adornarlas con motivos cívicos. Sólo por allá por la calle del hipódromo y la primera calle del Bilbao, vimos una casa adornada con esmero, con alegría, mereciendo una sincera felicitación: la de Rodrigo Pérez Salazar…

Y para finalizar otro garbanzo de a libra: por momentos parecía que estábamos celebrando la independencia de Colombia, México, o alguna isla antillana, por la variedad de cumbias, rancheras y merengues que recibíamos a tamborazo limpio, como si no hubiesen ritmos alegres y bailables "made in Guatemala".

De repente, como un oasis musical, por allí escuchamos "Noches de Escuintla" y eso nos reconcilió con el nacionalismo. Luego otros jóvenes nos regalaron ¡Milagro! un son nacional muy bien ejecutado, bailado con alegría y merecidamente ovacionado, pero… (lástima grande) después se arrancaron, Sí, aunque usted no lo crea, con la españolísima "La macarena" Hágame el refabrón cabor…

A ver si no nos mientan la progenitora por andar señalando estas verdades amargas...

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