TRAGEDIA Y LUTO

Carlos Barranco R.

A partir del día 21 de septiembre le tuvimos que quitar transitoriamente la denominación de Capital Mundial de la Alegría a nuestro entrañable terruño. Ese fatídico día, todo el pueblo de Cotzumalguapa se vió triste y consternado por un terrible suceso:

Mas o menos a las 12 y 30 meridiando, un pesado transporte cargado con 500 quintales de azucar que hacía el recorrido entre el ex-ingenio Los Tarros y Santa Lucía, causó la muerte de por lo menos siete humildes personas en la Colonia Maya. Los datos y pormenores de la tragedia se dieron a conocer por todos los medios de comunciación social a nivel local y nacional.

Lo mas desgarrador del suceso fue la muerte de una humilde señora que se ganaba la vida vendiendo agua de coco y naranjas, en un pequeño puesto ambulante y que se hacía acompañar de dos de sus hijos, (de 2 meses y 10 años respectivamente y que tambien fallecieron) porque su esposo quedó invalido, por un accidente que sufrió siendo trabajador de uno de los ingenios locales y se dedicaba al mismo trabajo honrado que su esposa, en otra carretilla...

Según informes recogidos en el lugar del siniestro, todo parece indicar que el piloto del "trailer" perdió el control del mismo a causa de una falla de carácter mecánico. Probablemente en el sistema de frenos. Aunque según se deduce de sus propias declaraciones a medios nacionales, "se le apagó el motor" lo cual indicaría que venía "desconectado" o que al apagarse por cualquier causa el motor, el sistema de frenos no podía funcionar. No podemos aventurar conjeturas sobre las reales causas del accidente, ya que es a las autoridades correspondientes a quienes les compete decir la ultima palabra. El piloto fue detenido y está a disposición de nuestro sistema legal .

Lo que deseamos hacer con esta breve crónica es compartir con nuestros paisanos que leen este blog, el sentimiento de solidaridad que esta tragedia hizo aflorar de una manera significativa en todos los sectores de nuestro pueblo, que de una o de otra manera se acercaron a manifestar su pesar a esas dolientes familias, que talvez ni les eran conocidas, pero ante la magnitud del desastre, una gran mayoría de lucianos se hicieron presentes para tratar de ayudar aunque fuese con un poqueño aporte económico a los deudos. La cantidad de personas que acompañaron los féretros hasta el cementerio de la Colonia, fue sencillamente impresionante.

Descansen en paz nuestros paisanos. Que Dios pueda hacer nacer en el corazón de sus deudos el sentimiento cristiano de la resignación y les fortalezca ante la comprensible desesperación humana, con la esperanza de la resurrección.