PRE UNIVERSITARIO DEL SUR

Carlos Barranco R.

Permítame contarle que hace unos días tuve la oportunidad de conocer por dentro (así sea muy someramente) una de las instituciones educativas de Santa Lucía Cotzumalguapa que ha tenido un crecimiento importante en los últimos tiempos. Este esfuerzo por la educación (aunque sin dejar de reconocer que la educación privada en nuestro país es un buen negocio y como tal hay que hacerlo rentable) se inició hace algún tiempo, allá por las goteras de la ciudad, en la prolongación de la 4ª avenida, por la inquietud de un compañero maestro que, lamentablemente, tuvo un final trágico e inesperado.

Estoy hablando del Liceo Preuniversitario del Sur. Un nombre hábilmente concebido ya que “vende” a los alumnos y a los padres de familia que, en esas aulas, los muchachos y muchachas están siendo orientados hacia la consecución de una carrera universitaria. Sueño legítimo de la mayoría de padres y de algunos estudiantes.

Muchas personas podrán pensar que detrás de esta nota hay algún interés personal y respetando todos los criterios, debo anticipar que nada hay más lejano de la verdad. Si decidí hacer este mini-comentario fue porque en realidad me gustó lo poco que pude ver en una visita de poco más o menos media hora, que realicé recientemente por las instalaciones de dicho centro educativo.

Me llamó poderosamente la atención que en el tercer nivel hay unas salones en los que se imparten clases de arte. Hay un salón alfombrado para las clases de teatro, otro para danza y otro similar para el de artes plásticas. Estos espacios los pueden modificar con paneles movibles para transformarlos en un pequeño auditorio. Y allí también se practican artes marciales. Y talleres literarios y musicales.

Desde esa altura me llamó poderosamente la atención ver que allá abajo, en una especie de sótano, había varios vehículos desarmados (casi chatarra) y algunos alumnos trabajaban en algunos de ellos (pese a que era sábado por la tarde). Bajé a ese lugar y encontré que varios vehículos estaban siendo reparados en asuntos de mecánica automotriz y en lo relativo a enderezado y pintura y que los alumnos se encontraban modificando uno de ellos, después de haberle reconstruido el motor. O sea, allí los jóvenes están aprendiendo además de sus clases académicas un oficio que les puede servir para una vida productiva.

Cerca, vi una gran cantidad de envases de refrescos (latas y botellas de plástico), que se van guardando para venderlas y con el producto se compran herramientas de trabajo.

Claro que no todo es perfecto. El establecimiento tiene también sus partes llamémosle débiles. Y la que más me llamó la atención, es que han tenido que ir acomodando las instalaciones, en un espacio sumamente reducido, de crecimiento vertical y eso obliga a que los salones estén comunicados por estrechos pasillos que creemos son pedagógicamente inadecuados, por el riesgo que significan en un país telúrico como el nuestro. Y el patio de recreación es bastante reducido. No entraré a comentar respecto de los salones de clases ni de sus servicios esenciales porque el tiempo de la visita no dio para tanto.

Pero de cualquier forma, aún sin conocer a profundidad la calidad educativa que se imparte en el Preuniversitario del Sur, saludo las iniciativas positivas de su dirección actual, bajo la batuta del profesor Cristian Pérez.