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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

lunes, 7 de mayo de 2012

TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR…


Carlos Barranco R.

Asegura un conocido refrán que “Todo tiempo pasado fue mejor”.  Aunque claro que esa no es una verdad indiscutible, ya que también hay otra sentencia que dice: “Cada quien habla de la feria cómo le fue en ella”.

Lo cierto es que algunas cosas que se ven desde una óptica de tiempos pretéritos, suelen verse con matices añadidos por las vivencias personales, que casi siempre nos hacen evocar los momentos favorables, las ocasiones afectivamente agradables. Porque todo aquello que sea ingrato a nuestro recuerdo, casi siempre nuestros mecanismos inconscientes de defensa, se encargan de eliminarlos o por lo menos de atenuar nuestras reminiscencias tristes o dolorosas.

O sea: cada vez que evocamos aspectos del pasado, nos centramos “sin querer queriendo” en aquello que nos trae recuerdos gratos. Y eso es algo que hoy le quiero compartir, ya que hace pocos días vivimos esa experiencia con algunos afectos cercanos, cuando platicamos acerca de algunas tradiciones populares que con el paso del tiempo se han ido perdiendo en nuestra comunidad. (No puedo afirmar cuánto de eso mismo ha pasado en otros pueblos, por lo que  me voy a referir nada más a lo que veo en mi entorno)

Todo inició con nuestros comentarios acerca de un cortejo fúnebre que vimos recientemente en San Miguel Dueñas… (Así entre paréntesis le pregunto, ¿Conoce usted esa bella, ordenada, hospitalaria y limpia población de Sacatepéquez? Pues si no la conoce, en cuanto tenga oportunidad de hacerlo, visítela. A nosotros nos encantó, desde su entrada.  Está a sólo cinco minutos de Ciudad Vieja y a quince más o menos de la antigua Guatemala, por una bien cuidada carretera)

Casi todos los asistentes al sepelio de esa tarde iban vestidos de riguroso luto. Las campanas de la iglesia local estuvieron “doblando” con sonido fúnebre y respetuoso durante más o menos media hora, mientras una banda musical iba acompañando con marchas fúnebres el paso del cortejo.

Al comentar posteriormente sobre la actitud de respeto popular que observamos en esa ocasión, se fueron nuestros pensamientos a lo que ocurría en similares situaciones en la Santa Lucía “de antes” (de mediados del siglo pasado por lo menos).  

A un sepelio, invariablemente asistían los amigos y conocidos (en esos años, cuando todavía no habíamos sido invadidos por la migración interna, todos los vecinos eran, si no familiares, por lo menos conocidos) del difunto o de sus deudos. Los hombres que acompañaban al cortejo, a pesar del calor iban vestidos por lo menos con saco si no era que con traje competo, e iban caminando a los dos lados de la calle en fila india y casi todos con las manos enlazadas a la espalda.

Las mujeres, en silencio absoluto no caminaban por las aceras, sino que iban detrás del féretro, también vestidas de luto y muchas de ellas con la cabeza cubierta por un manto o lienzo llamado “madrileña”.  Los señores sacristanes, -no sé si por encargo de las familias o porque esa era su obligación- hacían “doblar” a las campanas de la iglesia y ese sonido entre lúgubre y respetuoso se escuchaba en todos los ámbitos del pueblo. Era algo imponente. Solemne.

Qué diferencia con los tiempos actuales, no cree usted que en cierta forma es verdad eso de que “todo tiempo pasado fue mejor”?  

(En próximas entregas vamos a referirnos a otras de esas tradiciones que hemos ido dejando refundidas en los baúles de nuestro recuerdo…)

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