Datos personales

Mi foto
Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

martes, 3 de diciembre de 2013

¿Dónde quedó la bolita?

Carlos Barranco R.

¿Sabe usted más o menos cuánto son 740 mil dolarucos? Pues son casi seis millones de quetzales. Pero si quiere usted números más exactos, redondeando el dólar a unos 8 devaluados quetzalitos, suman la nada despreciable cantidad de CINCO MILLONES NOVECIENTOS VEINTE MIL pericos.
Como puede verse, no es una cantidad que uno se encuentre tirada a la vuelta de la esquina. Pero hagamos de caso y cuenta que, (sin entrar a considerar cómo es que la obtuvo: si por herencia, por un loteriazo o por comerciar cierto polvo blanco que no es harina, como dicen en determinado medio informativo)  es usted el feliz poseedor de una cantidad de esa envergadura.  Y ya poniéndonos en una situación extrema me atrevo a preguntarle: ¿qué sería usted capaz de hacer con alguien que le hubiera birlado esa lana?
Claro que esta pregunta no es para justificar algo presuntamente ocurrido en la vida real en nuestro país. Es sólo para dimensionar la magnitud de la pérdida. O del robo. O de lo que haya sido.
Pues resulta que eso dicen que ocurrió de verdad. Que un grupo de agentes del orden (léase 8 policías y su jefe inmediato superior) le birlaron esa “irrisoria” cantidad a un presunto jefe de un supuesto cartel en un crucero de caminos en el occidente del país. El siguiente capítulo, ya usted lo conoce bien porque la prensa se ha dedicado a ilustrar a la ciudadanía con lujo de detalles de la forma cómo se cocinó ese mole: los malandrines, tocados en su orgullo y en su billetera, con lujo de impunidad masacraron a los señores policías en su sub-estación, en un pueblo cercano a Xela y al jefe se lo llevaron secuestrado y lo hicieron picadillo, literalmente, dejando sus despojos diseminados en las riberas y aguas de un río, un poco más hacia el occidente.
Eso condujo a una reacción inmediata de las fuerzas del orden que implementaron una operación a la que le dieron un nombre llamativo, como sólo ellos saben hacerlo, que con un despliegue de capacidad y efectividad que envidiarían la CIA, la GESTAPO o la KGB, en relativamente pocos días logró desarticular la banda, llevar a los tribunales de justicia a la mayoría de sus integrantes, detener al mero mero tatascán del grupo, decomisarle sus casas, vehículos, animales etc. etc. y hasta someterlos a la ley de extinción de dominio. Todo  pareciera que ahora sí, nuestras fuerzas del orden se apuntaron un cien… los guatemaltecos de a pie, crédulos que somos, estamos felices de ver la capacidad del estado y su reacción ante la delincuencia organizada y de la otra y ya nos sentimos seguros de la efectividad de la mano dura, pero…
Pero lo malo es que siempre hay un pero…
Hay algo que no cuaja del todo en este bonito panorama… ¿me permite aguarle la fiesta?
Gracias: se trata de que lo que no encaja todavía para terminar de armar el rompecabezas es que: NO SE SABE DÓNDE QUEDÓ LA BOLITA. NO SE SABE DÓNDE QUEDARON LOS CASI SEIS MILLONES DE QUETZALES POR LOS QUE FUERON ASESINADOS LOS POBRES POLACOS QUE ADEMÁS QUEDARON COMO VILES LADRONES QUE ROBABAN A LADRONES.
En algún lugar, en alguna cuenta bancaria, en algunos bolsillos, debe estar esa plata. Porque no se pudo desaparecer así nomás como por arte de magia. Ni desaparecerá simplemente porque nuestras autoridades ya no la mencionen en sus informes ni en sus anuncios. Esa plata existe aunque nuestros colegas periodistas “serios” no le hayan prestado y hasta el momento no le quieran prestar atención.

Y mientras las autoridades obligadas a ello no nos digan: compatriotas, aquí están los seis millones de morlacos que costaron la vida de 9 ciudadanos guatemaltecos…. No vamos a estar satisfechos. ¿O usted sí?

No hay comentarios: