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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

martes, 30 de abril de 2013

BRINDIS NOSTÁLGICO

Carlos Barranco R.

No podía escribir, Santa Lucía
tu nombre en mi canción,
porque una gris, fatal melancolía
suplantó a la alegría
que daba brincos en mi corazón

Una nostalgia sorda, innominada
se apoderó hace tiempo de mi ser,
no me alegró la luz de la alborada
ni la calma encantada
con que el sol se desmaya en el atardecer. 

Nostalgia que es compendio de añoranzas
por lo que en tus espacios percibí,
en mis ya lejanísimas andanzas,
cuando eran esperanzas
las realidades que después viví.

Personas y paisajes han cambiado
porque todo es mudable y pasajero.
Por ejemplo: la poza del soldado
es algo que ha quedado
tan sólo en mis recuerdos de escuelero. 

Y el Petayá, el Cristóbal... Qué distantes
parecían entonces. Ya no se usa
lo que usábamos antes:
Por un baño en sus aguas refrescantes
dejar la escuela... irnos de “capiuza”. 

Todo un pasado concluyó el camino:
La vieja “Lluvia de oro”, el “Caballero”,
“Tití”, el sufrido y apedreado “chino”.
El buen don Catarino.
El humilde “Chalío Matatero”. 

¿ Dónde están los piropos y las flores
que repartió Santiago Maddaleno ?
... Las recogió y les puso sus colores
don Poncho “mil amores”,
sonriente, soñador, amable y bueno. 

¿ Donde el padre Cirilo el visionario
que abrió a la educación nueva trinchera ?
¿ Dónde está el empedrado milenario
que bajaba de lo alto del calvario
hasta la orilla de la carretera ? 

¿ y el antiguo salón... el de madera,
con su cancha de básquet a la par,
donde con alegría bullanguera
contemplando los bailes, desde afuera,
la gente se solía congregar...?
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Por eso y mucho mas,
en esta noche,
permítanme paisanos
que levante una copa imaginaria
y que haga un brindis de nostalgias, lleno. 

Un brindis que me brota
del fondo del mas puro sentimiento...
por los clásicos moros, que bailaban
bajo el ardiente sol, frente a la iglesia:
El mico trompa “dihule”,
el diablo “apuntafaltas”,
la Floripa, el genial “yo te saco de repente”
que me hacen revivir en alma y mente
un ya lejano trece de diciembre.
Por los cañales que despeina el viento.
Por el oscuro Callejón de la Alegría
que sigue en mis recuerdos empedrado.
 
Por el lejano hipódromo
que me vio hace mas de cuarenta años
haciendo calistenia
un quince de septiembre
y desfilando trabajosamente
por los zapatos nuevos,
un estreno obligado
por el nuevo uniforme. 

Por la “Diva luciana”
que desgranaba ritmos en la feria
o en la alborada el día de la madre,
como buena heredera de la “Apolo” 

Por la vieja “Amapola del camino”
que levantando polvo en sus vaivenes,
rebotando entre hoyancos y tetuntes
jadeante, nos llevaba sudorosos,
a ver en la estación
pasar los trenes,
que algo tenían siempre
de sueños y distancias... 

Por la vieja carreta rechinante
que pasaba a las tres de la mañana
acarreando la carne hacia el mercado,
y que era compañera de aquella otra
ricamente ataviada
con flores y con hojas de pacaya,
que servía de trono y de carroza
a las lindas patojas, mis paisanas
que vestidas de inditas desfilaban
los días doce y trece de diciembre... 

Por don Chepe Mejía.
“El chupetero”.
Por don Ismael Santos. Chemequel.
Por don Enrique Lau.
Doña Cande Cancelo.
Por don Chepe Cotero.
Memeneto.
Doña María Martinez,
“rezadora oficial” de los entierros.
O más cercanamente:
el “conejo” Escobedo.
Jorgito Castellanos. El buen Nando “cocada”.
Quique y “Cholopo” Ruano.
Por Manolo Cotero. Santiaguito.
Por Ricardo Cancelo.
“Chivarrenca”.
“Papachilo”. “Ranita”. “Manuemica”.
Por Trinidad Quiñonez.
Por Ray Tury. Víctor Lara. 

Por ellos. Y por cien.
Y por mil mas,
que han escrito sus nombres
en los libros dorados de la historia
de mi pueblo querido
y que son parte de mi juventud,
es que a todos les pido en esta alegre noche
que con un fuerte aplauso,
cariñoso, sentido,
les digamos: SALUD.

1 comentario:

Carlos Omar Barranco dijo...

Estupendo, romántico, estructurado, inteligente, documentado, verídico, auténtico