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Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala
Nací en Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, Guatemala, el 3 de enero de 1940 o sea que actualmente tengo la friolera de 76 años. Estudie la carrera magisterial, un poco de Periodismo y fui pre-graduado en Diplomacia ya que sólo me faltó para graduarme, el examen de idiomas, al que nunca me sometí. Ni modo. Hasta la llegada a la municipalidad luciana, del alcalde "amigo de todos, pero no de los intelectuales" me desempeñé como Coordinador Municipal de Cultura y en el área de comunicación social de mi pueblo, en lo relativo a redacción (porque como muchos saben, a causa de un cáncer de laringe, estoy privado del don del habla desde el año 2000). Pero también sigo escribiendo poesía, cuento y -desde agosto del año 2015 ya no sigo editando mi propio medio de comunicación, la Revista COTZUMALGUAPA, a la que le pusimos el apodo de "LA REVISTA DIFERENTE"-. Por lo demás, sigo pensando, escribiendo y actuando con definida inclinación de izquierda.

jueves, 29 de diciembre de 2011

JUEGOS FLORALES ESCUINTLECOS.

Carlos Barranco R.


Dejando por un lado la modestia (Que casi siempre suele ser mas falsa que un billete de tres quetzales) permítame compartirle, así de primas a primeras, sin preámbulos ni circunloquios, que este año, de nuevo, tuve la fortuna de haber sido galardonado con el primer lugar en los Juegos Florales de la ciudad de Escuintla.

No es por nada, pero sinceramente, ya no recuerdo cuántas veces me ha correspondido ese honor superlativo. Lo que nunca se me olvidará fue cuando gané por primera vez ese certamen, (fue en la rama de cuento allá por los años entre 1976 y 1980) El trabajo con el que gané en esa oportunidad se tituló “Guerrilleros” pero en realidad, no se trataba para nada de alguno de esos grupos insurgentes.

Era la narración medio ficticia de un acto verídico que me fue contado por uno de los protagonistas. Ocurrió que a un grupo de andinistas que volvían una tarde-noche, de escalar el Volcán de Agua, los “melitares” que tenían un puesto de registro cerca de Mixco, los detuvieron porque los confundieron con un grupo subversivo y como traían gorras, mochilas, cantimploras, cuchillos, “largavistas” y otros enseres, les hicieron un montón de “babosadas” con tal de comprobar que eran guerrilleros.

El cuento termina con la feliz liberación de los asustados montañistas y con algún señalamiento sarcástico acerca de la poca cultura e inteligencia que tenían los señores que realizaban retenes en caminos y carreteras en ese tiempo.

Ahora como digo, a más de 30 años de distancia, tuve de nuevo la dicha de haber recibido los honores correspondientes de parte de mis amigos de la Casa de la Cultura de Escuintla. Un pequeño grupo (eso es lo de siempre y lo de todas las latitudes de nuestra patria, donde trabajar por la cultura es tarea de quijotes) que sin mayores apoyos ha mantenido vigente una tradición cultural de mas de medio siglo.

A Alfonso Prera, a Violeta Rojas, al “Sapo” Rendón y demás compañeros, ante quienes respetuosamente me pongo de pie y me quito el sombrero, vaya desde aquí un saludo respetuoso y un abrazo sincero de “gracias por su esfuerzo muchá… sigan adelante…”

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